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GEORGE MARGI

Igualdad en la pista de tenis

La palabra igualdad en sí, en el sentido actual, crea un conflicto social, ya que contradice cualquier aspecto del universo natural que nos rodea, en el que no existen dos cosas iguales. Podemos observar que, en toda la desigualdad del universo, cada uno de sus componentes existe y tiene su ciclo de vida con el mismo derecho que otros; pero nosotros, los hombres, quisimos ser más inteligentes que la naturaleza y al hecho de “un lobo come a una oveja” (para alimentarse y sobrevivir) hemos añadido leyes mediante las que “una oveja puede comer a un lobo” y “un ratón puede vacilar y matar a un león”. Esas leyes las hemos creado como el padre de Frankenstein, pensando en igualar nuestros poderes (y derechos) a los de la naturaleza; pero hemos fallado y nuestra propia creación nos está buscando para vengarse.

Pero, ¿qué sentido tiene la igualdad en su estado verdadero (aun así racional)? Retrocedamos a Roma, al Imperio que tanto nos ha enseñado sobre lo bueno y lo malo, y revisemos una de sus costumbres de la Arena de Gladiadores. En la pista de tenis hay un concepto de igualdad que se identifica con aquella época y lugar:

Una vez en la arena, tanto un emperador, como un esclavo tienen el mismo derecho a vencer.

Qué es igualdad en una pista de tenis

Sí, en la pista de tenis, tanto un 1000 del mundo como un 1 del mundo tienen el mismo derecho a ganar. Esa es la Ley de Igualdad en la pista. Y ¡que gane el mejor! El trabajo, la preparación y la maestría definirán el resultado del partido. Pero la sociedad moderna, que busca desigualdad para encontrar la igualdad, deja una laguna gigantesca en la educación de los jóvenes (y no solo jóvenes) a la hora de enseñar este valor. Este mismo concepto es uno de los más difíciles para introducir en la concepción de un jugador, ya que llega a la pista con un aprendizaje subconsciente radicalmente contrario. El típico aprendizaje social que damos a los jóvenes (inconscientemente) desde la enseñanza dicta lo siguiente:

  • Yo no tengo derecho a ganar a alguien de la estrata superior en la jerarquía del tenis (mejor ranking, con mejores “capacidades”).
  • No tiene derecho a ganarme otro con peor ranking o menores “capacidades”.

En los dos casos, sale perjudicado el mismo jugador que así piensa por el simple hecho de enfrentarse a un absurdo lógico en el que se encontrará jugando al tenis. En este deporte no hay empates; al final del partido siempre hay un ganador. Hablando con el lenguaje de la Arena Romana: entran dos y sale uno. Entonces siempre habrá alguien mejor que otro (pensando con la igualdad errónea). Por ello el jugador se rendirá ante el otro “superior” y se confiará ante otro “inferior”, sin poder así desarrollar su rendimiento óptimo, ya que se estará enfrentando a una cábala existencial.

Pensará: Igual que debo ganar al que es peor que yo, debo perder ante el que es mejor que yo. ¿Dónde, en esta fórmula, puede haber una posibilidad de evolución, logro, esperanza o superación?

¿Podríamos imaginar una sociedad en la que el ser humano no bajase la cabeza bajo el yugo de las jerarquías y alzase una mirada de esperanza y decisión para conquistar aquello que anhela? ¿Podríamos imaginar a aquella persona que le diese el mismo derecho al más débil y al que no le temblase el pulso enfrentándose al más fuerte? Podríamos definir a tal ser humano como una persona libre: libre en su consciencia. Éste es uno de los muchos aspectos tratados (o que se debe tratar) en la formación de un jugador en pista. Y sí, aquí los caminos de la igualdad y la libertad se cruzarían.

Por estola igualdad no significa igualar a todos, no es cortar la hierba a la misma altura. La igualdad está en aceptar nuestras diferencias y conceder el derecho a anhelar, luchar ser para poder lograr un sueño. Tal como la pista nos enseña: no hay mayores y menores derechos para ganar un partido; los jugadores, una vez en la pista, en toda su desigualdad, tienen el mismo derecho a realizarse (vencer dicho de otra manera).

También te puede interesar ver la definición del TALENTO en el artículo: “El Mito del Talento“.

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